Cuando se conduce una moto hay muchos movimientos inapreciables que parecen no existir, pero que inconscientemente se realizan para que la motocicleta gire, frene, se estabilice, etc. Todos los movimientos del cuerpo, flexión de brazos, presión de las piernas al depósito, presión sobre los estribos, movimientos de la cabeza, y del manillar son de vital importancia para llevar una conducción efectiva y segura. Uno de estos movimientos imperceptibles es el denominado contra-manillar, que seguro habéis oído hablar más de una vez, y del mismo modo, sin mucha precisión en su función. Pues bien, el movimiento del contra-manillar es imprescindible, para que con velocidad, la moto pueda iniciar la maniobra de giro. Sin esta fuerza el conjunto de dirección es incapaz de apuntar a la dirección de giro que el conductor decide. Lo más sorprendente de esta fuerza es que para que la moto gire hacia por ejemplo la derecha, hay que ejercer presión hacia delante sobre el semi-manillar derecho, pero empujando hacia la dirección contraria y para girar a la izquierda, hay que ejercer presión hacia delante sobre el semi-manillar izquierdo, empujando hacia la dirección contraria. Este movimiento, a priori ilógico, se realiza tanto en los giros combinados con frenada, como sin ella.

Seguro que os preguntaréis que esto no es posible, y es lógico que tengáis esa duda, por que en realidad el contra-millar solo forma parte del primer paso de cualquier giro, ya que cuando la moto ya ha realizado la caída en ángulo hacia la dirección escogida, el lateral del neumático emplea su mayor apoyo y superficie al suelo y el movimiento del manillar y la dirección recupera la misma dirección que el ángulo de giro.

Para entender este fenómeno físico hay que fijarse en el movimiento y forma de los neumáticos. Los neumáticos de moto tienen una forma redonda con un punto de apoyo o área de contacto mínima comparado con un neumático de coche. Cuando la moto va en línea recta y ejercemos presión con el movimiento contra-manillar, la parte central del perímetro cede por gravedad, y la fuerza centrífuga provocada por la velocidad, permite que continúe estable. El paso de entre estas dos acciones es increíblemente rápido, y es el que dará más apoyo sobre el hombro del neumático para que acabe de realizar el giro. Por irracional que parezca, buscar el máximo apoyo y área de contacto al suelo se consigue de esta manera.

Haced la prueba vosotros mismos para que toméis conciencia de la física, y os daréis cuenta de que lo que os estoy contando es cierto. Los que tengáis motos con manillares más anchos os daréis cuenta con más facilidad que los que tengáis motos con semi-manillares, ya que la palanca que ejerzáis estará más lejos del centro de la dirección de la moto. El primer paso es escoger un sitio seguro, de asfalto o piso regular y recto. Poneos a una velocidad segura y constante de 40km/h con la vista puesta hacia el horizonte, cuando alcancéis es velocidad, ejerced presión hacia delante con la mano en uno de los extremos del manillar. Muy importante, no seáis bruscos, con un poquito de presión veréis que la moto se inclina y cambia de dirección hacia el sentido contrario del de la presión que hayáis perpetrado. Para recuperar de nuevo la recta dejad de ejercer presión al manillar y la moto volverá a seguir recta. Después de haberlo hecho unas cuantas veces y haber descubierto que es cierto, haced lo mismo, pero ya antes de girar en una curva, y cuando veáis que girar de esta manera conscientemente es mucho más fácil, hacedlo al mismo tiempo que estáis frenado.

Mucha gente se sorprende de cómo se puede derrapar con una moto con el manillar totalmente cruzado, no caerse, y estar girando al mismo tiempo. Pues la respuesta está en que en esa situación, los neumáticos están con la deformación necesaria para conseguir más superficie de apoyo. Eso no quiere decir que tengamos que conducir de esa manera, pero sí que os ayudará a entender este fenómeno.